Serbia es uno de esos pequeños países situados en el corazón de los Balcanes. Al estar en una región tan conflictiva, Serbia no era considerada una de las mejores opciones para quienes querían invertir en Europa y obtener buenos beneficios.
Aun así, con el paso de los años el tigre de los Balcanes puede disfrutar hoy del título de país con los indicadores más estables de la región.
El desarrollo económico, la llegada de nuevas empresas multinacionales y la mejora de la calidad de vida son algunos de los puntos clave que han convertido a Serbia en un país atractivo para quienes desean obtener las sólidas oportunidades de negocio que ofrece el mercado local.
En los últimos años, Serbia ha abierto las puertas de su economía al libre mercado y está en busca de inversiones extranjeras. Esta recuperación ha conseguido poner fin a la crisis económica que sufrió tras una década de sucesivas guerras civiles.
En definitiva, Serbia ha conseguido estar en la posición en la que está ahora gracias a tres cosas: su ubicación estratégica, el clima de inversión y el buen desarrollo de su sistema educativo y financiero.
Además, este país ofrece uno de los mejores programas de residencia por inversión de Europa del Este, un sistema bancario competitivo y un marco legal vanguardista sobre las criptomonedas.
En este artículo, le daremos una visión general de las condiciones de inversión en este país.
Un poco de historia
Para conocer los orígenes de Serbia, hay que saber que habría que empezar en el siglo VII, cuando un grupo de tribus se unió en el año 845 para formar Rascia, el primer estado serbio conocido dentro del Imperio Bizantino.
En 1217, con la creación del Reino de Serbia, el país comenzó a gozar de una gran reputación en el continente europeo por su importancia cultural, política y económica frente al resto del continente debido a las anexiones y alianzas de los sucesores de la dinastía Nemanjić, por lo que cuando el reino logró alcanzar dimensiones significativas, en 1346 Stefan Uroš IV Dušan fundó el Imperio Serbio.
En esa etapa se puede decir que fue un punto álgido territorialmente hablando, ya que fue conocido por uno de los estados más grandes e importantes de Europa, pero cuando Dušan fue sucedido por su hijo para llevar las riendas de Serbia, pero debido a su inexperiencia e incapacidad para mantener el territorio, provocó su fragmentación y posterior dominación por parte del Imperio Otomano durante 400 años.
Tras sucesivas guerras contra el Imperio Otomano para conseguir su independencia, los serbios empezaron a ver la luz en la década de 1880 con la creación del Reino de Serbia con el rey Milan Obrenovic a la cabeza.
Con la llegada del siglo XX, Serbia sufrió demasiados cambios. Su rivalidad con Austria-Hungría desencadenó la Primera Guerra Mundial. Pero cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, fue invadida y ocupada de nuevo por los alemanes. La primera mitad del siglo XX no fue fácil para los serbios.
Con los efectos de la posguerra, Yugoslavia fue dirigida por el hombre más poderoso de la muy eficaz guerrilla partisana serbia, Joseph Broz Tito, un importante líder comunista que gobernó con mano de hierro hasta su muerte. Estableció una economía muy centralizada y centrada en el Estado, un rasgo que aún perdura en la cultura política y económica del país.
Sin embargo, la unidad de Yugoslavia dependía únicamente de la capacidad de Tito para mantener unidas a todas las facciones. Tras su muerte en 1980, Yugoslavia inició una lenta y dolorosa desintegración durante las dos décadas siguientes. Serbia entró oficialmente en el nuevo milenio con su economía y su estabilidad política hechas añicos.
Durante esos años, el pueblo serbio soportó una aguda hiperinflación, tres guerras de secesión y el aislamiento financiero. Las cicatrices del pasado siguen marcando el papel internacional de Serbia, que siempre lucha por encontrar un lugar entre Occidente y Rusia.
Sin embargo, Serbia se ha esforzado por presentarse como un país abierto a los negocios y dispuesto a aprovechar las oportunidades que ofrece el siglo XXI.
Tras la caída de Milosevic, el país impulsó reformas encaminadas a la liberalización del mercado y la integración regional que devolvieran la vida a la economía serbia. Las reformas tuvieron un éxito parcial, y el PIB creció un 5% de media entre 2000 y 2008, aunque la crisis mundial de 2009 arrastró el crecimiento económico.
¿Por qué Serbia?
A principios de este siglo, Serbia cargó con la cruz de la inestabilidad política provocada por su pasado autoritario. Hoy, el país no sólo lidera la recuperación económica post-pandémica de la región y ha conseguido aumentar su Producto Interior Bruto en un 7,5% en 2021, sino que se espera que siga aumentando sus indicadores en los próximos años.
Aunque siguen existiendo muchos problemas, el gobierno está fomentando la inversión privada para estimular su economía y reforzar su perfil como candidato a la adhesión a la Unión Europea. Se espera que Serbia sea formalmente miembro en 2025.
Una vez que forme parte de esta organización, ni siquiera el cielo sería el límite, si se compara con las potencialidades que esto traería. Serbia no sólo tendrá acceso al mercado europeo, sino también al ruso y al asiático.
Aun así, Serbia no se considera una economía muy avanzada, en comparación con sus vecinos de Europa o Asia. Pero esta noticia no tiene por qué ser necesariamente mala, sino que también puede significar que existen ilimitadas oportunidades de negocio que puedes explotar en tu beneficio. Puedes verlo como si tuvieras una mina llena de diamantes, sólo tienes que trabajar para obtener los beneficios que Serbia puede ofrecerte.
Doing Business
Si pensáramos en las razones por las que debería hacer negocios en Serbia, realmente se sorprendería de las ventajas potenciales, al ser un país bien posicionado geográficamente, con conexiones a grandes mercados internacionales y un gran mercado sin explotar.
En resumen, hay que tener en cuenta las siguientes ventajas que puede aportar Serbia como país para invertir:
Lo primero es que su situación geográfica la hace perfecta para entrar hacia el mercado europeo y asiático.
Al mismo tiempo, el gobierno ha implementado un régimen comercial amigable para los inversores extranjeros, por lo que no tendrías que pagar aranceles al importar y exportar.
Si le preocupan los impuestos, en Serbia no tendrá ningún dolor de cabeza, ya que su carga fiscal es incluso un poco menor en comparación con los países europeos.
Y con la buena noticia de que la economía serbia no está totalmente desarrollada, le permite tener miles de oportunidades económicas para crecer y prosperar sin mucha competencia.
Serbia tiene lo mejor de ambos mundos: el potencial económico de cualquier economía en desarrollo junto con un estilo de vida europeo.
La economía serbia ha dado muestras de un crecimiento continuo desde la caída del comunismo. Su PIB creció a un ritmo del 7,5% durante el año 2021, ostentando además una baja tasa de inflación del 1,6%, algo realmente infrecuente si se observa la elevada inflación existente en todo el mundo. Aunque la pandemia de COVID-19 creó una recesión en 2020, el PIB se contrajo sólo un 1,1%. Esto es poco comparado con Estados Unidos o Alemania, cuyas economías se hundieron en 2020.
Como país orientado a la exportación, su industria manufacturera es clave. Sus principales productos se destinan a la fabricación de maquinaria, la automoción, el sector de los servicios compartidos, la electrónica, las TIC, la alimentación, el textil y la metalurgia. Por ello, sus principales clientes de exportación son Alemania, Italia, Bosnia y Herzegovina, Rumanía y Hungría.
¿Qué podemos hacer por usted?
Como habrá podido observar este artículo, Serbia es un país con un potencial económico asombroso gracias a su ubicación estratégica y a sus sectores económicos poco desarrollados.
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